Nunca digo palabrotas, pero cuando lo hago, suele ser por mi misofonía. Suena como uno de esos memes con el tipo del anuncio de Dos Equis. Vale, haré uno:
Las etiquetas de la camisa que hacen que te pique la espalda son una molestia.
¿Ir a trabajar en tu día libre? Sí, es una molestia.
¿Ir a trabajar en tu día libre? Sí, es una molestia.
Sin embargo, el que alguien haga el más mínimo sonido de masticar al comer chicle me puede enfurecer hasta el punto de tumbar una mesa.
En caso de que no estén familiarizados con el término, la "misofonía" es descrita como el "odio al sonido". Si bien no es el odio a todos los sonidos. Sólo a los irritantes, que pueden variar según la persona. Los sonidos disparadores pueden ser altos como una banda marchando, pero también tan discretos como un ratón.
Alguien con misofonía no sólo oye el disparador. Lo ven. Lo sienten.
Alguien con misofonía no sólo oye el disparador. Lo ven. Lo sienten.
Por ejemplo, uno de mis disparadores son los bolígrafos de botón. Ya saben, ese tipo de pluma que tiene un pulsador para cuando quieres escribir. A la gente le encaaaanta hacer click-click-click-click-click con estos bolígrafos hasta que se les gastan los pulgares. Bien, pues si me tapo los oídos cuando alguien está pulsando su boli sin parar, me sigue irritando, incluso aunque ya no escuche el sonido del "click".
Todavía los puedo ver. Así que cierro los ojos...
Y sí. Sigo irritada.
Aún puedo sentir el sonido en mis oídos. Literalmente, tengo que levantarme, abandonar la estancia y reequilibrar mi capacidad de atención. Por lo normal, basta con respirar profundamente o darme un paseo.
La misofonía no es un trastorno muy conocido, por lo que apenas se habla de él. Pero es un problema real que afecta a la calidad de vida. De modo que me gustaría compartir un poco de información personal para quizá ayudar a alguien que lo sufra, desconozca cómo es o conozca a alguien que lo tenga.
10 cosas que queremos que sepas de la misofonía
1. No podemos ignorarlo sin más. Si pudiéramos, lo haríamos.
2. No te lo tomes como un asunto personal. No te odiamos, solamente odiamos lo que estás haciendo.
3. Las plumas de pulsador pertenecen a un lugar: el infierno.
4. Mucha gente con misofonía no dice jamás una sola palabra de qué activa su trastorno. Por ello, tienden a reprimir sus emociones, lo que se traduce en rabia contenida.
5. Los auriculares son tan importantes como cepillarse los dientes.
6. No estamos locos ni podemos "arreglar" mágicamente nuestras reacciones.
7. Cuando alguien pone en marcha un disparador, no nos podemos concentrar ni oír nada más. Por ejemplo, si hablas a alguien que no soporta oír ruidos de masticación y resulta que tú estás rumiando chicle como una vaca, no te podrán oír. Sólo podrán oír cómo masticas, y para que lo sepas, es probable que sientan furia. Debido a la incapacidad de prestar atención a nada más, la misofonía se ha relacionado con el TDAH.
8. Cuando provocas a propósito nuestra reacción a un disparador, lo único que queremos es partirte la cara. Postdata: no hace gracia.
9. No hay cura. No existe una medicina que trate la misofonía. De hecho, no hay muchas más soluciones o consejos más allá de alejarse o evitar el disparador.
10. Los lugares públicos pueden ser una verdadera pesadilla.
Traducción del artículo El Autismo Informal
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