Advertencia de contenido: acoso escolar, problemas de salud mental.
Mañana, 18 de junio, es el Día del Orgullo Autista. ¡Hurra por eso! Siento todo el orgullo. El orgullo autista significa mucho para mí. Fui intimidad@ y atacad@ por mi "diferencia" cuando era niñ@ y adolescente y me hizo sentir todo menos orgullos@ de ser yo. Cuando era un adulto joven tuve problemas con la ley y fui vist@ como un miembro aberrante de la sociedad. No tenía sentido del respeto propio ni del orgullo, sino todo lo contrario. Me diagnosticaron como autista en 1994 a los 20 años. Para mí, el diagnóstico fue completamente negativo. Exteriormente no creía que fuera verdad. El diagnóstico en mi mente validó el odio a los ‘bullies’ que había soportado durante años. Era como si todos sus insultos estuvieran encapsulados en esa odiada palabra "autismo". Fue un diagnóstico de bicho raro. Odiaba mi autismo y lo mantenía oculto donde era posible. Mi autismo me molestó tanto que no pude ver películas o televisión sobre personas autistas. Mi diagnóstico de autismo podría haber sido un medio para comprenderme mejor, pero en lugar de eso lo estaba evitando y metiéndome en más y más problemas en un intento por demostrar que era como personas alistas.
Mi incapacidad para aceptar mi autismo está relacionada con mi autoestima y mi propia imagen. La intimidación me había dejado odiándome y pensando que era una persona terrible. Al buscar activamente resultados negativos y tratar de ser aceptad@ en grupos sociales, incluidos usuarios de drogas y delincuentes, pensé que si podía ser aceptad@ por estos grupos, demostraría que era 'cool' y que las personas autistas en mi experiencia limitada no eran 'cool' '. Mi odio hacia mí mism@ estaba relacionado con mi negación de mi autismo. Si me hubiera amado un poco más, habría sido capaz de ver que mi autismo es una parte clave de quién era, pero esta comprensión estaba a años de distancia.
En el 2000 decidí cambiar mi vida. Acababa de pasar unos cinco años dentro y fuera de las cárceles e instituciones. Era la persona más desesperada e infeliz imaginable. Había desperdiciado mi vida, en parte como un medio para distanciarme de mi diagnóstico de autismo. Pero en el 2000 decidí que esto cambiaría. Mi mantra era "nuevo milenio, nueva vida". Todavía no aceptaba mi autismo, pero estaba en camino. La nueva vida a la que aspiraba implicaba trabajo profesional, más estudios y préstamos bancarios, no necesariamente en ese orden. Quería ser una persona "ordinaria”. Me inscribí en la universidad y me propuse cambiar mi vida.
Una cosa que descubrí en la universidad fue que a la gente le caía bien por lo que era. Tuve varios amigos genuinos por primera vez en muchos años. Al final del primer año en la universidad, me puse mal con la esquizofrenia. Pasé un tiempo en el hospital y medité desde el fondo del alma. Cuando llegué a casa entendí que era autista. No fue un momento de "ver la luz" y no proclamé al instante mi compromiso con la Neurodiversidad. Vi mi autismo como parte de mí, pero una parte en la que no confiaba del todo. Pude decirle a la gente que había estado en prisión y que era autista desde hace un par de años.
Poco a poco empecé a odiar menos mi autismo pero fue un largo viaje viaje. En el 2004 participé en un curso de oratoria para adultos autistas organizado por un servicio de autismo y empleo. Era la primera vez que había estado con un grupo de colegas autistas. Conocí a una mujer llamada Donna que era autora. Al no haber estado involucrada en la comunidad del autismo, no sabía quién era ella, pero resultó que era muy conocida. La puedes conocer como Polly Samuel y se convirtió en mi mentora. Pasé mucho tiempo con Polly. Ella me presentó el concepto de orgullo autista. Polly también me animó a escribir la historia de mi vida. Lo hice y supongo que el resultado es que estoy sentad@ aquí escribiendo este blog y que tengo un perfil significativo en la comunidad autista. Polly esencialmente me dio mi carrera de activista y mi sentido de orgullo como persona autista. Después de que saliera mi primer libro, me metí en el mundo del activismo como defensora del autismo. Fue completamente aterrador, estimulante y liberador a la vez.
Supongo que la conclusión de mi viaje hacia el orgullo autista es que no hay una sola forma correcta de hacer estas cosas. Las personas no necesitan pasar instantáneamente de ser diagnosticadas a ser defensoras. Hay muchos desafíos y barreras para el orgullo. Estoy encantad@ de haber llegado a una posición en la que me quiero y me valoro y siento un fuerte sentido de orgullo, pero reconozco que para algunas personas es un desafío. Añoro un mundo en el que no necesitemos un día de orgullo porque todos los días son días de orgullo. Feliz día del orgullo autista para todos ustedes. Somos increíbles y deberíamos celebrar el ser seres únicos.
Traducción @DePriestSaided | @NeurodiverLetras Âû
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